Una vez más volvimos a visitar, en junio de 2016, San Sebastián y ¡qué bonito es! Por eso está lleno de gente, por eso todo cuesta un poco más aunque si buscas tampoco tanto y cuando esás metido en canción te da igual. Según con qué se compare.
Esta vez pensamos que iríamos de potes por la zona de Amara, las Riberas de Loyola, otro día subiríamos a saludar al Cristo del Castillo de la Mota en el monte Urgull, había cogido calzado cómodo para andar porque el peine lo estaban arreglando pero hay más recorridos, había mirado incluso la cartelera por si llueve pero nos quedamos con las ganas porque salió el sol y fuimos a la playa todos los días. Increíble.
Salimos un domingo por la mañana. A mi me gusta pensar que no tengo prisa cuando hacemos un viaje pero aquí, el que me lleva, necesita que sus actos lleguen a su fin en cuanto los piensa. Llamamos al Saltxipi para reservar mesa porque al ser domingo... Fuimos directos a comer. Buen comienzo.
Después de comer, dejamos la maleta, nos fuimos a la playa y así cinco días. Es por eso que esta entrada puede ser un poco más breve que otras. Aún así, la playa de la Zurriola da mucho de sí: Escolares aprendiendo surf, surfistas practicando (surf). El arte que tienen para cambiarse de ropa bajo una toalla o pareo de grandes dimensiones sin dejar de hablar con la compañía y sin mostrar absolutamente nada.
Esta ha sido la primera vez que me pongo traje de baño en Donostia Espero que no sea la última. (No lo ha sido)
Entre baño de sol y baño de sol nos alimentábamos. Puede parecer monótono, pero no lo fue. Recorrimos la Parte Vieja y nos quedamos por Gros, que siempre tiene ambiente aunque los bares cambian bastante de un año a otro pero eso ayuda a que sea distinto.
Coincidió con una semana en la que hacían oferta de pintxo con la Keler, una cerveza muy de allí.
Aunque no hicimos repaso exhaustivo de todas las piedras de la ciudad, comprobamos que todo estaba más o menos en su sitio y concluimos las vacaciones con el pensamiento centrado en lo que nos íbamos a comer primero de todo lo que habíamos comprado y en el siguiente viaje, a Andalucía, al cabo de unos tres meses. Eso es felicidad plena.
Ya cuando vuelve a ser lunes y te encuentras en el trabajo te das de morros con la realidad, pero siempre te queda el recuerdo de lo vivido y la espera de lo que vendrá.
Nagusia kalea |
Coincidió con una semana en la que hacían oferta de pintxo con la Keler, una cerveza muy de allí.
Aunque no hicimos repaso exhaustivo de todas las piedras de la ciudad, comprobamos que todo estaba más o menos en su sitio y concluimos las vacaciones con el pensamiento centrado en lo que nos íbamos a comer primero de todo lo que habíamos comprado y en el siguiente viaje, a Andalucía, al cabo de unos tres meses. Eso es felicidad plena.
Ya cuando vuelve a ser lunes y te encuentras en el trabajo te das de morros con la realidad, pero siempre te queda el recuerdo de lo vivido y la espera de lo que vendrá.
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