Continuamos el camino con destino Chiclana de la Frontera para pasar
unos días junto a la playa de La Barrosa y degustar la gastronomía
andaluza de la que tanto he oído hablar.
Durante el camino, el paisaje se mostraba heterogéneo. Cabezos cubiertos por bosques, campos de labor y algo novedoso en comparación con los llanos paisajes castellanos: ganaderías.
Fuimos directos aunque barajamos la posibilidad de parar a comer antes de llegar pero en el hostal de Trujillo nos encontramos con un sevillano que nos hizo valorar otras opciones y cambiamos esta posible primera parada en el Puerto de Santa María por una parada otro día en Sanlúcar de Barrameda. Un nuevo acierto y además, tenemos que volver porque aquello es muy extenso como para conocerlo en unos días.
Hospedería Santiago |
Cuando llegamos dimos señales de vida en la Hospedería Santiago, que era nuestro alojamiento, y nos encaminamos al principio del paseo marítimo donde hay bastantes restaurantes aunque toda la zona de playa está salpicada de ellos. Nos decantamos por la marisquería Los Pescadores ubicada en el paseo marítimo a sabiendas de que no iba a ser el más barato de la zona y de que no fallaríamos, por recomendaciones. Y así fue. La primera toma de contacto nos dejó satisfechos.
Después de comer caminamos por el paseo e inspeccionamos los alrededores de la hospedería y fuimos a deshacer las maletas.
Más tarde volvimos al principio del paseo para catar El rincón del pulpo, que nos había llamado la atención pero al ser domingo había mucha gente y tiempo de espera. Mucho tiempo de espera para comer puede resultar demasiado tiempo y no teníamos suficiente hambre como para enfrentarnos a la carta que habíamos ojeado.
Nos tomamos unas cañas en el Ché, que está en la misma avenida de La Barrosa, frente al Rincón del pulpo y repetimos en Los Pescadores del paseo marítimo para cenar algo ligero e ir a descansar.
Al día siguiente, tras desayunar en el Ché y disfrutar de una sesión de playa y sol, fuimos a comer a El pulpo, al fin. Una experiencia que repetimos en varias ocasiones y si podemos repetiremos otra vez. Cuando lo pruebas comprendes por qué hay tanta gente esperando para comer allí.
Después de comer tomamos un gin-tonic en una terraza del paseo con una carta bastante amplia de ginebras y tónicas que también incluye infusiones y otras bebidas y tienen unos sillones comodísimos donde relajarse.
Así comenzaba nuestra estancia vacacional. A partir de aquí todo transcurre más rápido pero nos dio tiempo a visitar algunas ciudades y pueblos cercanos. Hay muchos, lo que tomamos como una invitación para volver algún día.
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