Hondarribia



Otro lugar del norte que tiene su encanto es Hondarribia, Fuenterrabía en romance.


Como está cerca de San Sebastián, alguna vez hemos ido a comer o cenar cuando hemos estado de vacaciones en Donosti, lo que permite elegir un día soleado. Pero la primera vez que la visité fue en 2007, en un viaje de fin de semana directo desde casa. Mi compañero sabía que me iba a gustar y no se equivocó.





Está levantada en la desembocadura del Bidasoa, frontera natural con Francia cuya primera localidad es Hendaya, la cual se divisa desde Fuenterrabía, igual que Irún, al estar dispuestas alrededor de la bahía que se forma en la llegada del río al Cantábrico.



   

 En la primera ocasión aparcamos en el hotel, situado en la parte vieja, y cuando salimos a dar un paseo para conocer el lugar y cenar, en seguida encontramos San Pedro Kalea, la calle de los bares de pintxo-poteo de allí. Sin saberlo.


San Pedro Kalea


Fuimos solo un fin de semana, porque nos compramos el piso y no tuvimos la semana de vacaciones que habíamos disfrutado los dos años anteriores. 

Cuando vamos desde Donostia, aparcamos en parkings que hay dispuestos cerca de la muralla y de la parte vieja.

 
Al llegar, la torre de la Iglesia Parroquial de Santa María nos da la bienvenida.


muralla y puerta de San Nicolás

Un paseo por fuera de la muralla antes de entrar a la parte vieja en un día soleado es una maravilla y sirve tanto para abrir el apetito antes de introducirte en la calle --, como para bajar la comida después de haber visitado alguno de sus locales.

En la plaza de Armas está el Parador, en el Castillo de Carlos V que toma su nombre porque se hospedó allí en uno de sus viajes.

También se dice que se hospedaron en uno de sus palacios Juana la loca y Felipe el hermoso.









desde la Plaza de Armas

























Pasear por sus calles, entre casas que parece que quieren hablar para contar su historia, muchas de ellas adornadas por coloridas flores; por el paseo que recorre la bahía y te permite ver las localidades que la rodean hasta cruzar el puerto deportivo y llegar a la playa, antes o después de haber probado su gastronomía, te deja un gran sabor de boca que invita a regresar algún día.



















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