Restaurante Echaurren (Ezcaray)
Es el restaurante del Hotel-Restaurante Echaurren.
Tiene una cocina impresionante que ya había probado antes, en una fugaz escapada hace años ideada por Iker, porque le encantan sus croquetas. Están realmente buenas.
Cenamos en él el viernes aunque normalmente dentro del fin de semana gastronómico, es donde se realiza la comida del sábado, pero era temporada de comuniones y estaba ocupado ese sábado.
Como estábamos avisados, aquel día administramos el apetito pensando en la cena.
Y llegó el momento. El menú era... sencillo. Merece la pena describirlo al detalle.
Para acompañar la cena, mi sumiller particular eligió un Rioja, por supuesto, Bodegas Roda Sela 2010.
No lo recuerdo con una exactitud que podría resultar enfermiza, pero estaba bueno y no fue mala elección ya que no estropeó ningún plato.
Comenzamos con una "Terrina de queso de cabra con aceite de miel de Ezcaray y costra de sésamo"
La mezcla del queso, el aceite con miel y la costra resulta un bocado sorprendente que te pide saborearlo e introducir otro bocado para confirmar que es verdad. Comenzamos bien.
Tras el queso, "Las croquetas de mi madre".
Una receta deliciosa. Crujientes por fuera, perfectamente doradas, el bocado sorprende cuando alcanzas el interior.
Después de las croquetas, llegó "Nuestro potaje del día". Sí, potaje para cenar. Estábamos avisados. Y también sabíamos que los viernes hacen garbanzos con rape y almejas, conocido plato del restaurante.
No me extraña. Está buenísimo. Cada cucharada llevaba a un bocado que mezclaba suavemente la legumbre con el pescado y el caldo que tenía un sabor, que dices ¡pero cómo lo hacen!
En algún momento de la cena apareció el chef Francis Paniego y se acercó a saludarnos. Iker conoce a un amigo suyo que le había avisado que íbamos. Es un tío muy majo. Agradezco mi ignorancia del momento al desconocer que estaba delante de semejante Artista.
Al terminar el potaje teníamos ganas de repetir un cazo más, cosa que nos vino muy bien para seguir con el menú Tierra que estábamos degustando.
Lo siguiente fue "Corvina con almejas y hongos y salsa marinera".
Estaba brutal. No quiero resultar muy repetitiva.
Con emoción recibimos la "Albóndiga de la abuela sobre parmentier de patata y trufa".
La expectación había aumentado con la albóndiga a medida que habíamos avanzado en la cena, puesto que quería descubrir qué es lo que pueden hacer hacer con una simple albóndiga.
Para empezar, debo retirar aquél pensamiento de "simple albóndiga" porque después de probar la albóndiga tamaño puño perfectamente cocinada, hecha con vete a saber qué mezcla de carne, seguramente sencilla, y acompañada de un espectacular creo que lo puedo llamar puré de patata y salsa, trufa eso sí, y un espárrago, no puedo pensar en albóndigas simples. Esa albóndiga modificó mis pensamientos.
Las "croquetas de mi madre", la "albóndiga de la abuela". Vaya familia. De tal palo...
Y llegó el postre, "Tarta de queso fresco con frambuesas". Estaba buenísima. Estaba realmente buena. Los últimos bocados me costaron un poco, pero me encanta la tarta de queso.
Una experiencia inolvidable que queremos repetir. Que todos los bocados que pruebes te inviten a repetir no pasa en todos los restaurantes. Menos mal que estábamos hospedados en el hotel y habíamos administrado el apetito.
Ubicación:
Ezcaray, La Rioja, España
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