Este bar, restaurante, bodega, lo encontré a través de tripadvisor pero además me lo recomendaron. Nosotros fuimos al que está pegado a la Maestranza, en la calle Antonia Díaz.
Era el primer domingo de septiembre de 2013, hacía calor, pero no era tan asfixiante como lo había sido durante el verano.
Llegamos temprano. Habíamos llegado a Sevilla, dimos tres vueltas hasta que tomamos la calle correcta para acceder al hotel, y salimos a pasear con el plano que nos dieron al alojarnos, en principio a buscar una parada de Bus turístico para conocer la ciudad. Es una buena manera de enterarte un poco de todo. Después de un rato andando, no hacía un calor asfixiante, pero hacía calor.
Una vez en la parada de bus que indicaba el plano no había ni cartel con indicaciones, ni taquilla. Nada. Así que nos sentamos un rato y continuamos por la ribera del Guadalquivir, que no es el Guadalquivir, es el Canal de Alfonso XIII pero suena más romántico pasear a la orilla del Guadalquivir. Buscábamos la siguiente parada de bus turístico, y llegamos donde estaba, pero teníamos hambre y era una hora prudente para merendar: las siete de la tarde. Además estábamos cerca de la Maestranza. Dejamos el bus para otra ocasión y nos adentramos en las calles en busca de la "bodeguita".
Era pronto. Éramos los primeros de la tarde. Al entrar te reciben los grifos de cerveza, helados. Te refrescas solo de mirarlos pero también la probamos. Pedimos unas "Tortillitas de bacalao", "Montaditos de Pringá" y croquetas para empezar. Había que reponer fuerzas tras el paseo para continuar conociendo cosas.
Y así lo hicimos, después de dar un paseo volvimos para repetir y probar otras tapas. Entonces estaba lleno de gente. Los camareros nos reconocieron y hubo algún codazo y sonrisas. Algún día les preguntaré por qué lo hacen pero importa poco porque nos tratan bien. En un momento dado, Iker fue al baño y estaba contemplando las tortillitas cuando levanté la vista: desde el otro lado de la barra me estaba mirando momentáneamente Manuel Carrasco. Es más guapo en persona que en foto o en la tele. Podía haberme acercado y pedirle una foto, vi que se hacía fotos con chicas que se lo pedían, pero preferí robarle una desde el otro lado de la barra. Entonces el camarero se acercó y me preguntó si lo había visto. Dijo que era un habitual del local y que también lo es Joaquín, el futbolista.
De este, nos fuimos a dar una vuelta buscando otro lugar donde seguir moviendo el bigote no sin antes degustar el jamón, acompañado de un fino.
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