Casa Paca (Salamanca)

Este es el restaurante al que fuimos a comer el primer día que llegamos a Salamanca. No se cómo llegamos a él, si nos lo nombraron o leyó algo sobre él en la red. En el plano turístico está marcado. Y sí, su apariencia externa tiene un toque añejo modernizado que no da pista alguna de cómo será la comida pero no pinta mal, de manera que si tienes curiosidad, entras. Entramos al bar y preguntamos para comer pero antes nos tomamos algo en la barra. Tienen variedad de pinchos para tomar, pero pasamos al comedor.
No nos preocupaba darnos un pequeño festival.




En el restaurante había un menú por treinta euros, que sobre el papel pintaba muy muy bien pero fue una confirmación más de que allá donde las tapas sean buenas, evita comer de plato.

Gambas a la plancha, un poco pasadas de fuego. Sabrosas.

El plato de arroz con bogavante estaba pasado y la carne resultó escasa en un plato aparentemente lleno.

Pintaba bien pero resultó caro.



 


De postre pedí leche frita. Siempre me ha gustado el dulce.
Con la leche frita el listón está alto porque en contadas ocasiones, las monjas de la residencia donde estuve la hicieron de postre, y el recuerdo que tengo de ellas es  muy bueno.

Estaba fría y puede que supiera a algo, aunque quizá fueran los alimentos ingeridos antes.

Un comienzo un poco flojo para lo que veníamos viviendo que sirvió para constatar que los menús, por muy bien vendidos que estén, no siempre son la mejor opción.


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