Cáceres

Voy a recordar el tercer viaje de 2014: Cáceres, Punta Umbría y Córdoba, en septiembre.
¡Qué gozada!

Primera parada, una noche en Cáceres. Hemos conocido Trujillo, esta vez nos paramos en la capital. Su casco viejo es muy bonito.

Preparé el viaje con tiempo. Busqué el alojamiento con mucho tiempo, para probar cómo salía así. Sufrí un poco por si me había equivocado en la elección del alojamiento en Huelva, donde íbamos a estar más días. Con el de Cáceres estaba más tranquila porque solo era una noche y estaba junto al casco histórico. Si las fotos eran fieles, no tenía mala pinta. Llegamos por la tarde, aparcamos en un parking público céntrico y fuimos a localizar el hotel. Salió bien. Salió muy bien.




Cáceres tiene mucha historia. Antes de ir, leí un poco y me invitó a leer más.
Tiene historia desde la prehistoria y me ha gustado tanto que me la resumo.
Los romanos se asentaron junto a la calzada que construyeron y posteriormente se conocería como Vía de la Plata.
En el siglo V llegaron los visigodos y arrasaron con todo. No se vuelve a tener constancia de Cáceres hasta que los musulmanes aprovecharon el lugar estratégico en el que estaba y se asentaron. De ellos viene el nombre de Via de la Plata.
Plaza Mayor con ermita de la paz y torre de Bujaco en el centro
En el s. XII la ciudad se fortifica con una muralla de adobe y, tras varios intentos de diversos monarcas, Alfonso IX, monarca del Reino de León, la toma el 23 de abril de 1229, día de San Jorge, patrón de la ciudad.
Desde entonces es una villa libre y se repuebla rápidamente con asturianos, gallegos, leoneses y castellanos.
Hay muchas disputas y al final se definen dos bandos, los leoneses, a los que se unieron asturianos y gallegos, que ocupaban la parte alta de la ciudad, y los castellanos, que ocuparon la parte baja. Contó Cáceres con dos concejos que no dejaban de pelearse de forma violenta.
Entonces llegó Isabel la Católica en 1477, redactó unas nuevas ordenanzas y Cáceres pasó a ser Villa muy Noble y muy Leal. Se consiguió la paz o una guerra fría, no se.
El caso es que a partir de ahí comenzó la transformación de la villa con la construcción de iglesias y palacios que la hacen destacar, bajo mi humilde opinión.
Continuó creciendo: unas minas descubiertas, el ferrocarril, y el 9 de febrero de 1882, el Rey Alfonso XII la nombra ciudad.
Durante la Guerra Civil, a Francisco Franco se le ocurre mudarse allí con su mujer y su hija. Parece que tenía debilidad por las ciudades bonitas. Tras pedir ayuda a Hitler y recibir carros de combate, los republicanos reaccionaron con un bombardeo. Fue una de las pocas veces que lo hicieron pero arrojaron 18 bombas. Afectaron a varios edificios y causaron muertos y heridos.
En 1986, la Ciudad Vieja de Cáceres es declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y no es de extrañar. También se ha presentado para Ciudad Europea de la Cultura en 2016 pero no ha pasado el corte.

Palacio Provincial, palacio de los Golfines de Abajo

Ver la silueta de la ciudad al llegar alimentó las ganas de pasear y conocer sus edificios, calles y plazas, así que sin tiempo que perder, no tardamos en salir a conocer Cáceres al atardecer con luz natural para buscar de paso alguna tienda de souvenirs y comprar algún imán para llevar de recuerdo.

Estábamos hospedados en el centro y en cuatro pasos nos topamos con la plaza Mayor. Es grande. Era septiembre y había ambiente.

Tomamos unas fotografías y miramos los bares que rodean la plaza buscando dónde sentarnos. Lo teníamos más o menos claro, y cuando vimos el cartel que ponía La Minerva, nos sentamos.
Palacio Episcopal y palacio de Hernando de Ovando

Tras cenar en La Minerva fuimos a dar un paseo por el casco viejo. Se había hecho de noche.

Subimos las escaleras y cruzamos el Arco de la Estrella. Caminando recto llegamos a la plaza Santa María, donde se encuentran la Concatedral de Santa María la Mayor, el Palacio Episcopal, el Palacio de Hernando de Ovando, Palacio de los Mayoralgo, Palacio Provincial y el Palacio de los Golfines de Abajo.

Santa María la Mayor




Parece mucho para una plaza, y lo es. No es ésta una plaza cualquiera, así que soporta los palacios, la Concatedral y los otros edificios que hay, de forma elegante.
Pasear por sus calles prácticamente desiertas te transporta.
Los cascos históricos son oasis en medio de las urbes que invitan a viajar en el tiempo. En ciudades como Toledo, Salamanca, Valladolid, Teruel, Gerona, Bilbao, el viaje surje solo e induce a conocer su historia. Esta vez ha sido al revés.











Una vez alcanzada la plaza de Santa María, entramos de lleno en el casco histórico. Esta vez sí llevábamos plano de la ciudad y aunque la noche cambia la perspectiva, no nos hizo falta.


Plaza de San Juan. Palacio de las Veletas al fondo.


 De la plaza de Santa María a la plaza de los Golfines y a continuación a la plaza de San Jorge donde está la iglesia de San Francisco Javier. Continuamos caminando y nos encontramos con más plazas, palacios e iglesias, en un paseo en el que se detuvo el tiempo.

Para ser una visita de unas horas, o quizá por serlo, salimos encandilados; con ganas de volver, por supuesto. Al marcharnos vimos la silueta de la ciudad de nuevo, la plaza de toros y continuamos camino a Huelva.


A la izquierda, la iglesia de San Mateo y sobre estas líneas, la plaza de Toros.

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