Iba a hacer la entrada de Donosti de este año, 2016, y me he dado cuenta de que no me había guardado el pedazo de viaje de una semana que hicimos en 2015. Quizá por el esfuerzo que implica y me voy a dejar bares porque fuimos a muchos.
En 2015 fuimos a Donosti a principios de junio. Nos alojamos donde siempre, aparcamos donde siempre, y nada más llegar fuimos a comer a la Bodega Donostiarra porque llegamos un poco más tarde de lo pensado. Hasta este momento, allí desayunábamos siempre. Después de un buen comienzo, dimos la vuelta de reconocimiento de rigor.
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Aparentemente, estaba todo en su sitio.
En esta ocasión, aprovechamos el impredecible clima del norte para ir un día a Getaria, visitamos sitios de tapas que no siempre son accesibles como la Cuchara de San Telmo, saludamos a nuestros amigos del Néstor, conocimos uno en Gros que es similar, un poco más económico, y ¡qué majo es ese barrio!
Pasamos prácticamente todos los días en la Parte Vieja. Un día fuimos en busca de tiendas por el Centro, algún paseo por el Puerto y poco más. El Paseo Nuevo estaba cortado por un temporal.
Eso sí, danzamos todas y cada una de las calles de la parte vieja. Muchas veces.
Subimos por primera vez a visitar el Castillo de la Mota y ver de cerca al Cristo que corona el monte Urgull. Decidimos que lo haríamos siempre que fuésemos a Donosti pero al año siguiente lo incumplimos porque hizo buen tiempo y fuimos por primera vez a la playa con la sombrilla y todo. Pero eso no lo he escrito todavía. Es lo que iba a contar cuando ha empezado todo esto.
Exprimimos este viaje todo lo que el tiempo, el clima y el estómago nos pidió y permitió.
Pese a mis veladas quejas, también paseamos por la playa de la Zurriola.
Bajando del Castillo se ve la ciudad de otra manera. Siempre descubriendo algo nuevo en una ciudad que no me extraña guste a todo el mundo. Hace poco ha sido el festival de cine y ningún actor o director de los que han salido en los medios tenía mala cara.
Por no perder las buenas costumbres, la mañana antes de salir compramos en el mercado provisiones para el fin de semana, plantas de pimientos, tomate y guindillas, que por lo menos animan el balcón orientado al norte. Cada fruto es motivo de festejo.
Con la tranquilidad de quien sabe que va a volver, emprendimos el camino de vuelta.
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