En un buen día de nuestra semana de vacaciones de junio de 2015, probablemente martes, cogimos el coche y fuimos de Donosti a Getaria por la carretera de la costa, que es una maravilla.
Pasas por Zarautz, alguna vez hemos parado y recorrido el paseo de la playa para bajar la comida y echar una foto al restaurante de Arguiñano.
Todo en el pueblo se mantiene. Las impolutas calles, por lo menos las cuatro que recorremos cuando vamos. La que baja hasta el puerto, las paralelas y las que cruzan. Las van arreglando.
Aunque la intención no tan oculta de quien me lleva es la de repetir visita y homenaje en el Elkano, yo personalmente soy reticente porque considero que es complicado superar la primera, y con la estrella Michelín que les han concedido, pagar más de lo que pagamos aquella vez maravillosa, me hace más reticente todavía. Pero accedí a ir al Kaia Kaipe, que es de los mismos y más de lo mismo.
En Getaria se come muy bien.
Hicimos lo mismo que hacemos siempre que vamos: dar un paseo por las calles para abrir el apetito, mirar las tiendas que hay, de ropa y de productos de la zona, las cartas de los restaurantes y bares que conceden ese aroma particular a sarmiento y comida de la buena cuando es la hora...
Fue al irnos cuando hicimos algo que no habíamos hecho antes. Es que en este viaje decidimos innovar y volvimos saliendo por el lado opuesto al que entramos, viendo el el otro lado del ratón.
Como haces un tramo más por autopista, te cuesta no se si dos euros más el trayecto y haces más kilómetros, así que como curiosidad no está mal, pero no lo haremos más.
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