Monte Urgull- Castillo de la Mota (Donostia-San Sebastián 2015, Guipúzcoa)


Me he dado cuenta de que no he plasmado aquí la vez que estuvimos en Donosti en el 2015.


Fue una visita para recordar porque tras ocho años sin dejar de visitar la ciudad ni uno, habíamos subido al Igueldo en el Bus Turístico, visto de lejos el Ulía cuando paseamos por la Zurriola, probado bares y restaurantes de cinco barrios distintos, visitado el Peine del Viento prácticamente cada año (para bajar los infinitos pinchos y zuritos de los bares y restaurantes) y rodeado incontables veces el Urgull, bien por atajar la Parte Vieja desde el otro lado o para continuar la caminata hasta el Peine del Viento.

Había dos cosas que pareciendo típicas, no habíamos hecho: bañarnos en la Concha (¿O un año sí se bañó mi valiente esposo?¿O fue en Ondarreta? No es lo mismo) y subir al Castillo y contemplar las vistas de las playas de San Sebastián  y San Sebastián entero desde el lugar privilegiado que ocupa, coronado por un cristo de 12 metros de altura que se aprecia desde casi cualquier punto de la ciudad.


Este fue el año que le vi la cara al cristo. Había leído, en ocasiones leo cosas, que el monte Urgull tiene todavía restos de la fortificación defensiva que fue un día y se ha convertido en un parque urbano que bien merece una visita. A pesar de haberlo sugerido en anteriores ocasiones, preferíamos caminar sobre plano y hacíamos el paseo hasta el Peine. Esta vez cambié la fórmula de la pregunta y la respuesta fue diferente.


Eso sí. Ponerse calzado cómodo que aunque hay zonas asfaltadas, también las hay adoquinadas y de tierra. Sobretodo, el camino es empinado.
Acuérdate, Meripé, que subiste monísima con tus pantalones nuevos y esas botas marrones, cómodas comodísimas y que por esa prueba superada te compraste otras idénticas.







En esta ocasión el tiempo fue el típico de allí, nubes oscuras, algo de lluvia, al rato se despeja pero cuando se va el sol, y así.

Aquella tarde me puse ropa que normalmente no me pongo con un resultado subjetivamente óptimo, y cuando salimos, se me ocurrió preguntar al que me acompaña: "¿Y si subimos el monte hoy?" Y me dijo: "¿Ahora?" Y entonces yo encogí los hombros y él asintió. No sólo se nos pega el acento. Comenzamos el ascenso, lamentando yo haber abierto la boca y con dudas por mi atuendo. Conforme subes, te das cuenta de que merece la pena el paseo. Eso invita a llegar hasta lo más alto. Y cuando llegas arriba...


Empezando desde la plaza Zuloaga, lo primero con lo que te tropiezas es con el Baluarte del Mirador, donde está la bandera que tantas fotografías ha protagonizado. Las vistas desde allí, solo son un anticipo de lo que te vas a encontrar en el trayecto hasta arriba.




En el trayecto no estarás solo. Hay cuadrillas de zagales, grupos de turistas y algún nómada que ha hecho del monte su casa.



Las  fotografías de la primera vez son numerosas pero creo que me faltan. O es una sensación que tengo. Creo que esta afirmación me es familiar.




En un momento dado te encuentras con el castillo. Bueno, con su sistema defensivo.

En realidad antes te da la bienvenida el Sagrado Corazón.




Tras semejante despliegue fotográfico, cambio el título y hago una pequeña entrada sobre la visita a Donostia en 2015. Al fin y al cabo la visita al Castillo la hicimos el tercer día. O el cuarto.


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