Fue durante nuestro primer viaje con estancia en San Sebastián, allá por el 2007 cuando nos tropezamos con este bar. Estaba en el barrio de Gros, a dos calles de la pensión.
Lo primero que nos atrajo fue el bar en sí. Una amplia barra con espacio, dos o tres mesas pegadas a la pared, una cámara de vinos interesante, una cocina pequeña acristalada en la que hacían algunos platos y pintxos y se veía perfectamente cómo trabajaban; estaba adaptado para minusválidos para lo cual había instalado un elevador para acceder al comedor, que se encontraba en la planta baja.
Lo siguiente que nos sedujo fue la carta, y probamos un par de pintxos. Conocí la cocina en miniatura y me cautivó. ¡Qué sabores! Son guisos caseros de toda la vida con el toque perfecto de la abuela y en algunos casos algún ingrediente que hace que no tenga nada que ver, pero ¡le queda tan bien!
Pichón confitado |
Actualmente el Narru está en los bajos de un hotel en el Paseo de Concha. La carta sigue teniendo buena pinta y hasta el 2013 no habíamos entrado pues siempre que pasamos por la puerta suele ser momento de pasear para rebajar la comida. Ese año en mayo llovía y en vez de ir al cine, que es lo que solemos hacer cuando no para de llover, fuimos al Narru.
En mayo de 2014 volvimos.
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