Al "Txakolí Simón", en Bilbao, nos llevó el primo, hemos repetido varias veces y las que nos quedan, espero.
El restaurante es un caserío en medio de una campa que además del comedor interior ofrece la posibilidad de degustar la comida en mesas dispuestas en el exterior. Si sale un buen día es la mejor opción que se le puede ocurrir a cualquiera.
El secreto lo tienen en la materia prima y en la brasa.
La primera vez pedimos algo de chorizo a la brasa y pimientos, pero en las siguientes visitas lo hemos reducido a ensalada y txuleta.
Cada chuleta sale en una pequeña parrilla con sus brasas acompañada de una buena ración de patatas.
Con ese sistema cada cual se cocina la carne al punto que desea. Es una pasada ver las columnas de humo blanco que salen de las mesas.
Debes mirar un poco dónde te colocas y la dirección del viento porque puedes terminar ahumado, pero el ambiente que se respira tan cerca de una gran ciudad no tiene precio.
En una ocasión en la que también íbamos con el primo mayor, pedimos un kilo de carne por persona y ensalada. Nos sirvieron algo menos, tres chuletas, sugerencia del cocinero.
De postre, un "Valenciano" (zumo de naranja natural, helado de vainilla y Grand Mernier).
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