Cudillero (Asturias)




Después de quedar anonadada con los paisajes del norte de la península en 2005 y siendo consciente de que queda mucho por ver y conocer, en 2006 repetimos Principado de Asturias, pero la parte occidental, ampliando a Galicia.
Nuestro destino para alojarnos fue Cudillero, en los apartamentos San Juan.

El año anterior habíamos conocido Cangas de Onís y sus alrededores sin incluir los lagos de Covadonga. Entonces las vacaciones las cogía Iker a principios de julio, y en el interior de la península, en levante o en el sur hace demasiado calor. Ir hacia el norte de la península con temperaturas de 22 grados era el paraíso. La temperatura, los paisajes, la comida... los motivos para volver se van multiplicando.


El nidito resultó perfecto: salón-cocina, dormitorio y baño. Lo justo para descansar y degustar los manjares que compramos en una pescadería en la calle Contorno, junto a la plaza de la Marina, donde hay multitud de restaurantes y tiendas, y suele ser la imagen que identifica al pueblo con sus coloridas casas amontonadas alrededor de la plaza como si fuese el escenario de un anfiteatro.

Recuerdo perfectamente las pocas ganas de marchar de allí que tenía cuando pasaron los tres días que definitivamente supieron a poco, pero no volvimos a casa, fuimos a Galicia





               

No creo que olvidemos nunca las nécoras que comprábamos y  hacíamos a la plancha en el apartamento. ¡Qué sabor! ¡Qué delicia! ¡Qué vivas estaban!

Además aquel año Iker se inició de manera "seria" en las catas de vino y probé por primera vez el Moscato d´asti, que resultó un agradable descubrimiento, muy conveniente para maridar con la dieta que llevamos esos días. Llevó una botella que bebimos con los aperitivos.

En la plaza había restaurantes que desprendían aromas agradables pero teniendo semejante materia prima y medios para cocinar simplemente a la plancha, solo comimos allí el primero de los tres días que estuvimos.

Después entramos en la pescadería. Sus paredes decoradas con fotografías de gente famosa que había estado allí. Creo que fue ese pescadero (a quien deberíamos llamar artista) quien nos dijo que el mejor pescado de España está en Madrid, aunque posteriormente lo he oído decir a más gente.







                                                                                                 

Teniendo al alcance de la mano el poder sumergirnos en las calles de Cudillero y hacer pierna subiendo y bajando escaleras hasta alcanzar algún mirador que te reponga el aliento de golpe al mostrar la grandeza del mundo a través de un paisaje idílico, no quisimos abusar y dejamos esa parte de Cudillero para conocerla en alguna visita posterior. Pero sí conocimos la costa de esa parte del norte, y las playas del concello. Impresionante.                                                                                                                                                                                                                      
Playa de la Cueva





El paisaje de Asturias, como el de cada una de las partes de la geografía española, es único; a mí, como cada paisaje nuevo que descubro, me cautivó.

En el caso de Asturias será por la mezcla del verde de la montaña, el marrón de la tierra y el azul intenso del mar. Mezcla de colores que no estoy acostumbrada a disfrutar y paisajes que pensaba que aparecían en fotografías trucadas, pero nada más lejos de la realidad.
En Asturias no hay hierbajos La hierba, los árboles que hay a ambos lados de la carretera cuando te introduces en el interior, son únicos. Dan ganas de acariciar las montañas, cubierta por ese manto verde que parece un peluche. No es de extrañar que a las vacas las encuentres sentadas. Tumbadas. Como se ponen las vacas.

Si tienes la fortuna de disfrutar de un día soleado la belleza de los paisajes se multiplica de forma natural.
Las fotografías no hacen justicia.

Playa Campofrío y Aguilar
















Fuimos bordeando la costa y viendo las playas ya que no hacía excesivo calor. Entran ganas de volver para saborear todo mejor y también de conocer más cosas, porque todo lo que veía era impresionante y se quedan ganas de ver más.


Playa del Silencio


Tras disfrutar unos días de Cudillero, su plaza, sus casas, sus calles y su pescadería, tomamos rumbo a Galicia para continuar las vacaciones.


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