Me faltan palabras que no resulten repetitivas para describir este lugar.La ermita de San Juan sobre el islote que completa el nombre resulta encantadora, rodeada de agua y observada por acantilados.
A la ermita se accede por unas escaleras. Aunque no he recorrido el camino, debe merecer la pena subir todos los escalones, contemplar el paisaje y tener un cara a cara con el acantilado desde una posición privilegiada.
Hicimos una visita fugaz, para tomar unas fotos y poco más.
Cómo no, tienes la posibilidad de tomar un piscolabis. Las fotografías las tomamos junto al Eneperi, un restaurante muy bien situado que tiene bar donde sirven tapas con vistas.
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