Lo descubrimos el primer día de estancia y no dimos abasto a la hora de probar todas las tapas, así que estaba cantado que lo visitaríamos a menudo.
Está en la avenida de la Ría, delante del Muelle de Pescadores. En la zona que mantendrá actividad fuera de temporada estival, pero en la parte tranquila. Cara a la Ría.
El sitio está bien. Se nota que llevan años dando de comer a la gente. Sus especialidades están muy solicitadas. Hay bastante gente de Huelva que va a comer o a cenar allí.
Tiene sacada en la acera una zona de terraza. Estás comiendo al aire libre, como en muchos lugares del mundo con la gente pasando y paseando.
Había una cuadrilla de vendedores ambulantes que estaban continuamente por allí.
Unas figuras tribales un tanto grandes, de esas que por feas parecen majas; collares de bolas gordas de colores, de esos que me pongo yo siempre hasta para dormir; pulseras a juego con los collares... Si hubiera visto algo majo lo hubiese comprado. Pero no. El último día el pobre hombre me preguntó si no le iba a comprar nada. Con una sinceridad de la que duele, le dije que no me gustaba o que no me lo iba a poner. Le dí cinco euros pero no quería nada a cambio porque era desperdiciarlo y me dio dos llaveros de elefante con la trompa hacia arriba.
La primera vez pedimos gambas y nos las sacaron a la plancha, probablemente porque nos dieron la opción. Hay que comerlas cocidas. Les dan el punto justo. El tomate está muy bueno y no faltó un plato cada día; esto lo sirven un poco subido de sal pero sabe a tomate. El pescado especialmente bueno, la carne también.
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