El viaje a Menorca lo hicimos en 2010, un año después de nuestra boda.
Tras el viaje de novios pedí al marido conocer bien España antes de salir al extranjero.
El viaje fue como una segunda luna de miel. En avión, un hotel estupendo con una piscina estupenda, rodeados de playas de anuncio.
Elegimos Ciudadela para hospedarnos. El hotel no estaba céntrico pero estaba cercano, el paseo era agradable y a la vuelta de la esquina encontramos un restaurante-pizzería que se convirtió en el gran hallazgo del viaje.
Dimos varios paseos recorriendo la ciudad y me gustó todo lo que vimos incluido el ambiente.
Caminando desde el "Port Ciutadella" por el paseo marítimo llegas al castillo de San Nicolás, del s. XVIII, construido para defender el puerto. Frente a él, el Faro de Ciudadela.
Continuamos caminando por el Camí de Baix que bordea el puerto natural. Una vez allí puedes bajar a ver los restaurantes o subir un poco hasta el Ayuntamiento.
En algún momento subimos hasta el Bastión del Gobernador, tras el Ayuntamiento, desde donde hay una bonitas vistas de lo que antes o después verás desde abajo.
El Ayuntamiento está construido sobre el antiguo Alcázar árabe, en la Plaça des Born, como el Obelisco que conmemora a los ciudadanos que lucharon por su ciudad con la vida en un asalto turco en 1558, mide 22 metros y está situado en el centro de la plaza. Está abierta al tráfico y se puede aparcar si encuentras sitio.
Está bordeada por tiendas terrazas donde tomar y comer algo. Desde allí, cualquier bocacalle es buena para perderse por el casco histórico.
Tomando la "Carrer Major des Born", en pocos pasos se llega a la Catedral de Santa María de Ciudadela, y la plaza de la Catedral, que es un ensanche de la calle.
El convento de Santa Clara está en pleno casco pero tiene una amplitud exterior que en cuanto llegas desde cualquiera de las angostas calles que lo rodean, invita a tomar aire.
Te encuentras con lugares de interés sin darte cuenta: el Archivo Diocesano de Menorca (no hay que olvidar que Ciudadela fue capital de la isla), casas y palacios que vienen marcados en el plano turístico de la ciudad, iglesias.
Es una ciudad muy bonita que merece la pena visitar. Están preparados en casi todos los sitios para familias con miembros de todas las edades.
Molí des Compte |
Iglesia de San Francisco |
Por el paseo |
Iglesia de San José |
Desde luego la ciudad es muy bonita; sus rincones, plazas, edificios, el puerto y las calas y playas que la rodean.
El atardecer se nos escapaba muchos días, ocurre muy rápido y admirar la paleta de colores que despliega se convierte en un placer para los sentidos.
Saliendo del hotel, el "Port Ciutadella", que bien se merece una entrada propia sin ser de lujo y por otro lado normal, con cuatro estrellas, me voy del asunto.
Saliendo del hotel hacia la izquierda en vez de ir en dirección al castillo de San Nicolás, hay una playa y antes de llegar hay una calita que me pareció una pocholada.
Desde Ciudadela, con un coche de alquiler nos desplazamos hasta el otro extremo de la isla para conocer Mahón, un pueblo pintoresco llamado Binibeca y ver atardecer en la Cova d´en Xoroi. En otra jornada hicimos un viaje en barco en el que conocimos la parte suroeste de la isla por fuera. No se cómo son las otras islas Baleares pero ésta me encanta.
Regresar de este paraíso costó un poco pero todavía teníamos que llegar a casa. Una vuelta por el hotel de noche, habíamos disfrutado de la piscina, el desayuno, la terracita, los paseos, la pizza menorquina (con sobrasada y miel).
Madrugamos para coger el autobús que nos llevaría al aeropuerto. Fuimos por la carretera que cruza y vimos amanecer, algo que no habíamos hecho todavía.
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