Una señora ciudad con nombre y apellido que me ha encantado aunque solamente hemos recorrido el casco medieval y el primer ensanche, pero ha sido suficiente, coincidiendo con semana santa y la "I Edicion de Bocados de Autor Vitoria-Gasteiz", vigente hasta el 2 de mayo de 2015.
En agosto son las "Fiestas de la Blanca" aunque viendo los carteles, esta capital no para en prácticamente todo el año.
Es casi imposible tomar esta fotografía sin que haya gente. De día, el seto está repleto de personas haciéndose la foto.
Es una ciudad con encanto. Al menos su casco viejo, que es lo que hemos conocido. Lo demás parece todo muy amplio, con vegetación. Hay muchos parques y van a construir más.
Elegimos el hotel porque tenía una buena oferta en booking, tenía de todo y fue una maravilla. Desayunamos en su cafetería en vez de coger el desayuno con la habitación. Un acierto. Esa cafetería no tiene desperdicio.
La visita la planeamos con intención de "darle un bocado" a la almendra y nos recibieron con un libro en el que aparecían todos los bares de tapas, clasificados por zonas con su correspondiente plano, que participaban en los bocados de autor. Eran muchos y participaban los que habíamos visto en casa y nos habían recomendado.
Para llegar a la almendra desde el hotel podíamos ir por varios caminos. El camino recto pasa por el parque de la Florida junto a la Catedral de María Inmaculada, tomas la calle el Prado y llegas a la plaza de la Virgen Blanca.
En El Prado kalea está el Asador Sagartoki. Allí paramos; varias veces, pero la primera fue la primera que pasamos y la última fue la penúltima que pasamos y estaba abierto.
Durante el viaje comimos muchos huevos y paseamos. El casco es lo único de Vitoria-Gasteiz que está elevado. Y tiene cuestas y escaleras mecánicas y de las otras para que todo el mundo pueda disfrutar de la ciudad.
Cautivan sus estrechas calles, algunas muy cuidadas, con las casas arregladas manteniendo un encanto tranquilo salpicado con los sonidos propios de una calle en cualquier pueblo.
Te das de bruces con las iglesias y edificios destacados con un paseo por las calles. Muralla, Catedral vieja, palacios, el Portón...
Ah! El quiosco del parque de la Florida.
Y la secuoya.Ha sido la primera vez que entramos a un museo, al Museo Fournier de Naipes. Está en la calle Cuchillería, junto al Museo de Arqueologia. La entrada es económica, con acceso a los dos museos, y fue una forma entretenida de hacer hambre.
Las posibilidades que tienes ante ti cuando pisas esta ciudad son apetecibles.
Los edificios del primer ensanche no tienen desperdicio. En la calle Eduardo Dato, a parte de gran cantidad de lugares para comer, hay tiendas de todo tipo, entre las que se encuentran Confituras Goya, Mariquita Pérez y Zara.
No compramos una muñeca pero sí nos llevamos una muestra de "vasquitos y neskitas" de Goya.
Con la plaza de España, nos topamos. Es una plaza cuadrada, como la de Salamanca. En cuanto asomamos por uno de sus soportales y la vi, me recordó a la plaza Nueva de Bilbao. Bromeé un poco y lo solventamos consultando en el teléfono, que para estas cosas viene bien. Ambas son neoclásicas, por tanto se construyeron en la misma época, debió gustar y se puso de moda. La plaza Mayor de San Sebastián, también. Ésta se concibió como coso taurino, uso que le otorga las dimensiones que tiene.
Siempre cabe la posibilidad de combinar paseos sumergiéndote en su casco histórico, reponer fuerzas en su variada oferta gastronómica y continuar caminando para seguir conociendo la ciudad, sus ensanches, sus rutas verdes y probar lo que se haya quedado en el tintero, o los lugares por los que has pasado y te han llamado la atención.
Disfrutar de la Virgen Blanca un día que sale bueno, sentado tras haber pateado sin ningún objetivo concreto, es un placer altamente recomendable.
El resultado es excelente: quedan ganas de volver y a pesar de no haber pasado ni miaja de gana, el físico no desmerece (demasiado).
Agur.
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