En esa isla, a la que tantas ganas teníamos de llegar después de haber pateado Florencia, Venecia y paseado por Atenas, nos dedicamos a tomar el sol, comer y pasear durante los 3 días que estuvimos. Tiempo suficiente para conocerlo todo lo necesario como para marchar a Santorini con poca pena. Una poca sí. Era muy bonito y la isla tiene más lugares. Supongo.
También hay garitos. O por lo menos uno. Muy de allí, como todo.
En algún momento localizamos el viaje que nos llevaría a Santorini. Salía el barco a la 1:20, llegaba a las 4 y pico, creo. Aún quedaba, aunque cada vez menos. Disfrutamos mucho pero teníamos curiosidad por conocer Santorini.
En los últimos días hice las fotos a los platos que nos habían conquistado: musaka, pulpo a la parrilla, carne y ensalada de tomate.
Llegó el momento de hacer la maleta de nuevo, por penúltima vez. Y marchamos en un barco enorme dirección Fira.
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