Santorini (Grecia) Luna de miel (V)



Última parada con estancia de 3 días en Santorini antes de emprender el regreso a casa. Tras haber estado en Florencia, Venecia y Atenas viendo monumentos, paseando y haber recuperado fuerzas en la tranquilidad que ofrece Folegandros, nos quedaba un destino en una de las Cícladas más conocidas, Santorini o Thira. Un archipiélago formado por una explosión volcánica. El cráter es Caldera, una pequeña isla en el centro del círculo que forma el archipiélago.



Se acercaba el fin de temporada, nos lo dejaron claro, y habían reducido el número de viajes en ferry entre las islas. Este lo hicimos de madrugada, con un ojo abierto y el otro cerrado. Cuando llegamos nos estaba esperando un chófer para llevarnos en coche al hotel junto con otra pareja, no se de qué país. Montamos los cuatro y comenzó el viaje. Subía el coche a toda leche por las carreteras, casi caminos, llenas de curvas y cuesta arriba, muy cuesta arriba. Completamente de  noche, no se apreciaba el paisaje. Creo que menos mal. La pareja estaba muy asustada, recuerdo que clavaban los dedos en los asientos. Entre los cuatro nos tranquilizábamos con la mirada. Primero los dejó a ellos y llegamos al hotel.


Qué hotel, otra maravilla. Seguíamos de luna de miel. La habitación tenía una terraza privada y el baño, bañera con hidromasaje. Yo nunca había probado una y al segundo día la probé. Habían dejado todos los chorros hacia arriba e inundé el baño. Supuse que por eso tiene un desagüe en medio. Fue relajante al final. También lo había en el cuarto de baño de Folegandros.
















En el hotel había piscina con zonas para tomar el sol y hamacas por todo el recinto.
Desayunar y tomar el sol un rato era una buena opción por la mañana. Después íbamos al pueblo a comer. Un día nos quedamos a ver la puesta de sol desde una terraza que quedaba justo en frente y se nubló.





Aquí me dejé bastante la cámara pero hice fotos, sobretodo a las puestas de sol desde la habitación. Un lugar privilegiado para disfrutarlas puesto que, menos los dos primeros días (estuvimos tres, creo), después de comer volvimos a la habitación. La puesta de sol era relativamente temprana. La veíamos y salíamos a pasear y cenar. Un sinvivir.













Lo he resumido muy rápido. El primer día en el que llegamos de madrugada dimos un largo paseo por el pueblo para hacer toma de contacto. El adoquinado de las calles no tenía nada que ver con Folegandros. Era bonito, muy bonito, pero unas sandalias puede no ser lo más adecuado. Son todo cuestas.


Una noche cenamos en el Zafora, con unas vistas impresionantes. La cena, lo típico esos días.: ensalada de tomate y cosas del mar a la parrilla.
Otra noche cenamos en uno que era de los muy frecuentados por la carta, lo grande que era y que después te podías tomar la primera; y la tercera también.







Casi no hice fotografías en esta parada. El pueblo tenía bastantes tiendas de todo tipo, iglesias, colegios y gente. Los turistas que estábamos alojados, las multitudes que llegaban para dar una vuelta desde algún crucero. Algunos de éstos utilizaban a los burros como medio para ascender el desnivel. La última noche nos dio por hacer fotografias al hotel para recordarlo de forma más vívida.






Llegaba el momento de volver. Salimos por la mañana en avión hasta Atenas. Ese viaje lo hicimos en la parte de atrás del avión junto a la azafata. En el aeropuerto de Atenas hicimos un poco de tiempo hasta que cogimos el avión en dirección Barcelona, donde pasaríamos la noche.





No creo que se me olvide nunca, pero por si acaso. Teníamos unas cuatro horas antes de que saliera el vuelo. Estuvimos paseando por el aeropuerto, es grande. Comimos allí y embarcamos, todo de manera normal. En el avión, recuerdo perfectamente las explicaciones de los azafatos (todo chicos) terminando con un melódico: "Que tengan un buen "vueling"". Y rato sentados esperando. Esperando. Hasta que vimos cómo sacaban un grupo de maletas, entre las que vi una verde manzana, del mismo color que la nuestra. Me dio mala espina. Al momento nos explicaron que había un grupo de unas 12 personas que habían realizado el embarque pero no habían subido al avión. Habían sacado sus males  y ya despegábamos.



El vuelo fue hacia el atardecer. También bonito. Llegamos a Barcelona de noche, salió la maleta pequeña pero la grande no. Cuando ya no quedaban maletas en las cintas fuimos a preguntar qué había pasado, aunque ya lo sabíamos. Efectivamente se había quedado en Atenas y habia volado a no se dónde, pero a los días la recuperamos.


Y cenando con unos amigos en Barcelona concluimos unas vacaciones que son de las mejores de mi vida. Las disfruto todas sintiendo lo afortunada que soy por poder vivirlas. Pero esta fue nuestra luna de miel.

Al año siguiente las vacaciones las hicimos en Menorca. En la línea.

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