Solemos pedir mesa en la terraza. De vacaciones, comemos mucho en la calle. Bien sentados, eso sí.
Dando paseos por el casco descubres lugares que, una vez pruebas, te cuestionas por qué no has ido antes.
Es un buen bar para ir a tomar unos pintxos o raciones
En Semana Santa del prolífico 2017, fuimos a Vitoria a pasar un par de noches. Nos hospedamos en el Abba Jazz Hotel de Vitoria. Es un hotel muy chulo que tiene la escalera central de madera madera.
En la misma calle Peña y Goni que han semi peatonalizado, y las aledañas, han abierto más bares. El barrio de Gros está cada vez mejor.
El caso es que estuvimos dando un pequeño paseo y entramos a varios sitios, pero no recuerdo sus nombres. Por eso estas fotografías no se bien a cuáles pertenecen.
En este viaje, una tarde fuimos a pasear por la parte vieja hasta el puerto y a la vuelta, paramos aquí porque había sitio, y merendamos un poco.
Leímos que lo abrían y a mí me entraron ganas de ir porque está al lado de la pensión y lo que proponen suena bien. 
En 2017 volvimos a comer al Astelena, porque merece la pena. (¡Qué mal queda! Mas cierto es)
Con ilusión porque hiciese buen tiempo para ir a la playa, salimos de viaje hacia Donostia, allá por junio del 2017.
En 2017, para comenzar el viaje de primavera a San Sebastián, llegamos a comer al Saltxipi previa reserva, claro. Y allí que fuimos, a mejorar la primera experiencia porque la primera vez que fuimos, se nos ocurrió lo que pediríamos la segunda. Así que de forma ineludible comenzamos con unas croquetas de txangurro, porque si se va, hay que probarlas, de verdad.
Al Gran Bar llegamos porque pasábamos por allí, no tenía mala pinta, las sillas parecían cómodas y nos sentamos. Un acierto.
Durante nuestra breve estancia en Sevilla en 2016, visitamos dos veces la Bodeguita Antonio Romero.
Tras pasar cuatro días de ensueño en Zahara de los Atunes, nos dirigimos a Sevilla principalmente porque teníamos entradas para visitar el Real Alcázar. 
A este me quiso llevar y me llevó. La última noche cenamos allí.
Con total premeditación dado que la habitación no salió demasiado cara gracias a alguna conjugación astral, el primer día de nuestras vacaciones de septiembre, después de pasar la mañana en la playa, subimos a cambiarnos y fuimos a comer al restaurante del hotel, que se supone que tiene atún rojo de la Almadraba de verdad. Sí. Lo tiene.
El primer sitio donde nos sentamos a echar un arreo cuando fuimos a Zahara de los Atunes en 2016, fue aquí, en el Zoko. Había sitio y tenía buena pinta.
Además de Vitoria y Deba, en Semana Santa de 2016 también fuimos hasta Ondarroa. Ya que andábamos por ahí, nos acercamos. Un acierto. Qué pueblo más majo. El primer pueblo de Vizcaya desde Guipúzcoa por la costa. 
Este fue el destino de Semana Santa en 2016. Para llegar hasta allí pasamos primero por Vitoria, a echar un bocado. Elegimos como alojamiento un hotel añejo con talasoterapia. Yo no soy muy de jacuzzis ni cosas de esas y no me gustan los masajes. Soy así. Pero fue poco y estuvo divertido.
Vitoria-Gasteiz es una ciudad con poderío a la que me cuesta que me lleve pero cuando vamos disfrutamos como nada. En Semana Santa de 2016 fuimos a pasar tres días a Deba y de camino paramos a comer en Vitoria, a visitar los sitios que ya conocemos. Fundamentalmente Sagartoki y Toloño.
El Atari lo conocimos hace años y nos ganó porque tiene mosto negro. No todos tienen mosto negro y está muy bueno. Se encuentra en una esquina privilegiada, siempre tiene gente y cada vez mejores platos (o aprendemos a elegir). Esta vez cogimos mesa y cenamos a gusto. Estas cosas se consiguen llegando pronto a los sitios.
